martes, 9 de junio de 2015

Impermeable

Hoy he cogido un atajo que no me llevará a ti, dicen que todos los caminos llevan a Roma, pero a mí siempre me ha resultado todo lo contrario: me llevan a tus brazos. Caigo en esa maldita lista de personas que se rinden al primer recuerdo y que se dejan vencer cuando una sonrisa les declara los atardeceres más bonitos. Mis labios se paralizaron, pero estuvieron a punto de decirte "quédate, amor. la guerra pronto llega y el invierno, también". Y fui tan gilipollas, que no me di cuenta que tú lo provocarías todo con tu partida. Que las nubes nunca me resultaron tan tristes como cuando se pusieron a llorar conmigo cuando les conté sobre ti, y el cielo comenzó a venirse abajo con toda su tristeza. "Qué bonito sería tenerte entre mis brazos y compartir manta", decía mientras soltaba un suspiro. El frío comenzó a entrar por la habitación, congelando y haciendo temblar a todos tus recuerdos y a todas las sonrisas de las fotografías. No sé por qué cojones tengo la manía de pensar tanto en ti, en cada laguna mental que nos faltó naufragar y ver qué era lo que pasaba en el interior, porque las cosas de por sí nunca han sido fáciles. Nunca me resultaron tan bien como te resultó a ti hacerme reír como si el dolor nunca hubiese echado sus raíces en mí. Como si la tristeza nunca hubiese nacido.

Si un día vuelves a verme y no encuentras al chico que conociste, hazme el favor de no recordármelo, no me recuerdes a ese idiota, a ese gilipollas que gastó su séptima vida en intentar olvidarte. Así es, intentar no da resultado positivo. No querré saber de ese del que tanto hablaba de ti con sus amigos y sus ojos se le llenaban de brillo solar. El que se le aceleraba el corazón cuando las primeras veces fueron contigo, y le temblaban las piernas. Y tú me sujetabas para no caer. 

Si un día me echas de menos, recuerda que ya no vivo en la misma avenida, ni en la misma ciudad. Me he mudado, por desgracia, por aquí también se habla de ti. Parece que todos tratan de recordarte, pero me niego a hacerlo, no porque me hagas mal, es todo lo contrario, tú fuiste algo así como el invierno con el campo marchito, donde todo se pinta de colores grises y después que pasa la tormenta comienzan a brotar los colores bonitos. No quiero recordarte, porque sé que si alguien lo hace, saldré corriendo y me daré cuenta de que tú nunca intentarás recordarme. Y es muy doloroso darse cuenta de lo que tus ojos se niegan a ver, pero tu mente ya sabe.

Nunca fui tan sincero con alguien, hasta que te encontré. Y me sacaste todos los trapos sucios al sol, todos los secretos inconfesables, todas las manías ocultas, los sentimientos que se rehusaban a salir del escondite. Me mostraste el lado más oscuro de los sueños, la peor parte de mí y, después y a pesar de todo, decidiste quedarte por un largo tiempo. Deshacer las maletas en un lugar que para muchos es inhabitable, porque si algo me define en estos momentos es eso: 

impermeable. 

De ti.

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