martes, 29 de julio de 2014

Veranos imborrables

Hay veranos que dejan huellas en sonrisas y parece que su efecto durará una eternidad. Esta no es otra noche más, esta es tu noche, mi noche; la noche que dice que los dos tendremos una historia que compartir por los siglos. El mar está de testigo de que la primera vez que te miré, supe desde entonces que quería ser tu verano. Y tú el verano que me hiciese recordar cada noche que unas copas no son suficientes para olvidar el sabor de tu boca, ni de tu forma de caminar, como cuando el viento se esconde bajo tu falda y te sonrojas. Serás ese latido que me recordará que fuiste mi único y verdadero amor de verano, intenso y fugaz. Las estrellas fugaces te pidieron a ti la madrugada de aquel día, ¿recuerdas?
Bailabas,
y te soltabas el pelo,
y gritabas a los siete vientos que ibas a tomar a la vida por los cojones.
Lo sé, el verano está por terminar, sólo quería hacerte saber que: chica, tú eres la mejor. Que por más que venga el invierno con sus estragos, tú serás ese recuerdo que ilumine un poquito mi vida. Recuérdame de vez en cuando, anda; pero no dejes que muera en el olvido, que yo te mantendré en un rincón de mi vida, ahí donde suelen estar las personas a quienes realmente llego a amar lenta, perdida y jodidamente. No cometerte hubiese sido mi mayor error.

-“Sigue tu camino”
me dice la razón con el corazón en manos.
Venga, un beso,

que te echaré de menos por el resto de mi vida.

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